En un vaso pequeño colocamos una base de pan rallado (abundante) y hacemos un espacio para yemas de huevo (4). Ponemos con cuidado la yema sobre el pan y lo cubrimos con más pan rallado. Repetimos la operación para todas las yemas.
Dejamos reposar en el frigorífico 12 horas como mínimo.
En un cazo calentamos la nata de cocina (240 gramos) junto con el parmesano (320 gramos) rayado. Lo vamos removiendo y añadimos vino blanco (2 chorros) hasta evaporarlo y pimienta (al gusto).
Si la fondue no se ata, puede añadir un poco de maicena mezclada con agua fría.
En otro cazo, calentamos aceite de oliva (abundante) a unos 140°C.
Retiramos las yemas de la nevera y las freímos durante 1-2 minutos.
Servimos en un cuenco con una base de fondue de parmesano y ponemos la yema de huevo en el centro.